jueves, 3 de octubre de 2013

EMPRESAS DE ENERGÍA HOLANDESAS IMPORTAN CARBÓN ENSANGRENTADO DE COLOMBIA


Por JEROEN KUIPER, IMAGEN: RONALD DE HOMMEL
A pesar de miles de asesinatos y cientos de miles de desplazados, las empresas de energía holandesas siguen comprando masivamente carbón mineral proveniente de polémicas minas colombianas. Las conversaciones en el marco del Diálogo sobre el Carbón Mineral [Steenkooldialoog], que duraron tres años, no han arrojado ningún resultado. La ministra Lilianne Ploumen considera tomar medidas.
“Comparado con todo lo que he tenido que sufrir, el infierno es probablemente el cielo sobre la tierra. He esperado durante años, día tras día, el momento en que mi esposo regresara. Lo peor fue quizás cuando, durante el proceso en los Estados Unidos, el abogado de Drummond me pasó un papelito y un lápiz durante una audiencia. “¿Cuál es el precio?”, me preguntó. Yo no podía creerlo. “¿Cuál es el precio si tu esposo ha desaparecido? Nunca más lo verás reir, nunca verá crecer a sus hijos, dígame usted un precio”, respondí. Después de terminado el proceso, se disculpó. Su colega se me acercó después. Me preguntó: Perdón, pero se trata de una indemnización por la desaparición de su esposo, ¿no?” “Correcto”, le respondí, “pero incluso si Drummond sacara durante dos mil años carbón mineral en Colombia, todas las utilidades de la empresa no serían suficientes para compensar la desaparición de mi esposo.”
Claudia Balcero está sentada a la sombra de un palo de mango detrás de su casa en Valledupar y llora en silencio. Vio a su esposo Israel Roca el 9 de marzo de 2000 por última vez. Roca trabajaba para el CTI, una dependencia del aparato de Justicia en Colombia. Ese día Roca fue llamado con otros seis colegas para inspeccionar un cadáver encontrado a la orilla de un camino de arena, a hora y media de viaje por tierra desde Valledupar. De los siete hombres nunca se volvió a saber nada más.
Eran los tiempos gloriosos de los paramilitares en Colombia, que eran amos y señores en Valledupar y los alrededores y ejercían el terror entre la población campesina. Miles de personas desaparecieron, fueron sacrificadas ante los ojos de sus seres queridos. A veces las víctimas eran líderes sindicales, a veces campesinos que vivían en el lugar 'equivocado', pero a menudo eran también personas elegidas arbitrariamente. Los paras trabajaban a menudo en colaboración con la policía y el ejército y expulsaban del territorio a personas indeseadas, según las declaraciones de paramilitares en prisión. Eran pagados para ello por Drummond, la mina de carbón mineral estadounidense, y la suiza Glencore (en Colombia: Prodeco). Se trataba de tierras y con ello de mucho dinero. El norte de Colombia tiene las reservas de carbón mineral más grandes del mundo entero. El oro negro está casi en la superficie y para los propietarios de tierras resulta fácil de sacar y exportar, por ejemplo a los Países Bajos.
'Hay toda clase de teorías sobre lo que pasó el 9 de marzo de 2000, pero finalmente nadie sabe la verdad', dice Claudia Balcero. Después de que los paramilitares en prisión dieran algunas indicaciones, ella estuvo presente en una parte de las más de cien exhumaciones de cadáveres. Sin embargo, su esposo nunca fue encontrado. Balcero: 'Es seguro que Drummond les pagó a los
paramilitares para que hicieran el trabajo sucio. Para mí está claro que Drummond tiene parte de la responsabilidad por su muerte.' Todavía no está lista con la empresa. 'La última vez que fui amenazada en mi casa fue en 2010. Llegaron simplemente en una camioneta de Drummond y pararon delante de la casa. También estuve como testigo en Alabama para declarar en contra de la mina. Con los 592 familiares de 131 víctimas comenzamos un proceso contra Drummond. Por razones de seguridad tuve que permanecer medio año en los Estados Unidos, ya que debido a la B inicial de mi apellido el caso se denomina “Balcero contra Drummond”. Me amenazaban continuamente.'
En el verano de 2010 se desató una gran polémica en los Países Bajos con motivo de varias ediciones del programa de televisión Netwerk sobre las prácticas dudosas de las empresas de carbón mineral en Suráfrica y Colombia. El sector enérgetico holandés decidió seguidamente investigar, junto con organizaciones sociales como fnv, Cordaid e ikv Pax Christi, cómo se podía hacer más transparente la procedencia del carbón mineral importado a los Países Bajos. Después de casi tres años de conversaciones en el marco de un amplio 'Diálogo sobre el Carbón Mineral', apareció a fines de junio el informe final, denominado Dutch Coal Dialogue. Las conclusiones son desilusionantes. A pesar de las muchas reuniones, las empresas de energía holandesas aún no se muestran dispuestas a dar a conocer cada una por separado dónde compran su carbón mineral. El argumento de empresas como Nuon, Essent y gdf Suez: se trata de información comercial sensible que puede ser utilizada por la competencia. El sector enérgetico quiere por ello dar a conocer solamente cuánto carbón compran las empresas de energía en conjunto, en las diferentes minas.
Sin embargo, a Sjoerd Marbus, portavoz de la organización gremial Energie Nederland, esto le parece una ganancia: 'Al mencionar a las minas más importantes, las empresas de energía holandesas dan una visión mucho más amplia que las empresas de energía en otros países europeos.' Según él, Energie Nederland 'no puede emitir un juicio' sobre el interrogante si resulta responsable continuar con la compra de carbón mineral en empresas controvertidas como Drummond y Glencore. 'Surge el interrogante si una acusación o una condena debe ser un motivo para terminar una relación comercial.'
MARIANNE MOOR asistió en representación de ikv Pax Christi a las deliberaciones y opina que el Diálogo sobre el Carbón Mineral fracasó: 'Aún no sabemos cuál empresa de energía compra su carbón en cuál mina.' Le molesta que ninguna mina de carbón mineral haya sido controlada en el lugar. 'Nada ha cambiado en la situación de las comunidades locales.' Rik Hammer, de la empresa Essent, comparte esta decepción: 'Nos esforzamos mucho por encontrar una mina que quisiera cooperar con un primer control, pero esto desafortunadamente no se logró.' Durante un control semejante se pueden mirar las condiciones laborales, la situación de los derechos humanos y los aspectos del medio ambiente.
Marianne Moor reunió durante los últimos dos años los testimonios que los antiguos paramilitares dieron bajo gravedad de juramento durante los diversos procesos y entrevistó también a paramilitares detenidos en prisiones colombianas. Dentro de poco aparecerá un informe de ikv Pax Christi sobre el método comercial de Drummond y Glencore. De allí surge claramente la imagen de que los paramilitares 'vigilaban' la región por encargo de Drummond. Moor: De las declaraciones juradas se desprende que las minas financiaron desde mediados de los años noventa a los paramilitares para proteger a sus empresas de la guerrilla y mantener la calma entre los trabajadores. Según testigos, los paramilitares iban a la cafetería de Drummond. Tanqueaban en la mina de carbón mineral y tendrían sus propios contactos entre el personal. Las víctimas soportan aún el peso de todo lo que pasó. Lo que queremos, es una indemnización para estas personas.'
Según Moor, entre 1996 y 2006, el año en que una parte de los paramilitares colombianos se desmovilizó, fueron asesinados varios miles de ciudadanos y al menos cien mil personas fueron
desplazadas en la zona minera del Cesar. Son cifras que han sido confirmadas por distintas instancias colombianas. Moor tampoco comprende entonces porqué las empresas de energía aún siguen comprándoles a las empresas de carbón mineral de dudosa reputación. Moor: 'La empresa de energía danesa Dong suspendió sus compras con Drummond hasta que se pronuncie una sentencia definitiva en el proceso contra Drummond en los Estados Unidos.' El sector energético holandés actúa de una manera completamente diferente: la compra de carbón por parte de las empresas holandesas a Drummond justamente aumentó, del 7,2 por ciento en 2010 al 12,3 por ciento en 2011. Aproximadamente la mitad del carbón mineral importado por los Países Bajos proviene de Colombia.
Como respuesta a estas cifras, Stefan Wesselink, portavoz de gdf Suez, afirma: 'Creemos que las mejoras palpables se pueden realizar mejor utilizando al máximo nuestra influencia, en lugar de dejar de hacer negocios con un productor de carbón.' Essent no tiene actualmente contratos de suministro con Drummond, según declara su portavoz, Rik Hammer. 'Piensa también que ni Drummond ni ninguno de sus empleados han sido condenados hasta ahora, a pesar de los muchos procesos e investigaciones en Colombia y los Estados Unidos', declara.
SOBRE ESTA ÚLTIMA afirmación se puede discutir. Las actividades de los paramilitares en la zona carbonífera llevaron entre otros en 2001 al asesinato de tres líderes sindicales de Sintraminergetica, que luchaban por lograr mejor condiciones laborales en Drummond. Los tres hombres fueron sacados del bus de la empresa, después de haber terminado su turno laboral, y asesinados a bala a sangre fría.
Un juez colombiano condenó el pasado mes de febrero a Jaime Blanco a 38 años de prisión por el asesinato de dos de estos líderes sindicales. Blanco trabajaba bajo contrato para Drummond. Según Blanco, él fue presionado por la dirección de la empresa para cometer estos asesinatos. Sin embargo, Drummond niega toda participación. El juez colombiano ordenó también realizar una investigación sobre la posible participación en los asesinatos de la gerencia de Drummond Colombia.
El abogado norteamericano Terry Collingsworth representa a las 131 familias colombianas que iniciaron un proceso contra Drummond. Aunque el caso fue declarado inexequible en los Estados Unidos en julio pasado, debido a razones técnicas, Collingsworth apeló y el proceso comenzará de nuevo dentro de poco tiempo. Su colega, el abogado colombiano Francisco Ramírez, decidió hace poco crear un movimiento de víctimas de empresas multinacionales en Colombia. En la reunión en que se creó la asociación, a fines de agosto en Valledupar, estuvieron presentes unas 120 víctimas. Practicamente cada uno de los asistentes había perdido a un familiar.
'Todavía hay personas amenazadas, todavía impera el temor', dice Ramírez. 'El líder sindical Ruben Morrón escapó a último momento a fines de mayo de un atentado contra su vida, ocurrido cuando fue abaleado a pleno día en la ciudad portuaria de Barranquilla.' Morrón, que luchaba por lograr mejor condiciones laborales en Drummond, ha dejado entre tanto Colombia y recibido asilo temporal en Francia.
UNO DE los testigos en el proceso norteamericano contra Drummond, es Marina Argos. Estamos sentados en El Cruce, una aldea polvorienta al lado de la carretera que lleva a la Costa Caribe, en la terraza junto a su casa, bajo un alerito de hojas de palma, a menos de cinco metros del lugar donde su esposo fue asesinado a bala. 'El 9 de febrero de 2002 aparecieron a las dos de la mañana unos treinta paramilitares en nuestro pueblo', relata esta mujer pequeña y de piel oscura. 'Pararon delante de nuestra casa y agarraron a golpes la puerta. “¡Abran! ¡De lo contrario lanzaremos una granada adentro!, gritaron los hombres. “¡Ustedes apoyan a la guerrilla!” Llevaban puestas unas máscaras negras y eran irreconocibles. Tuvimos que acostarnos en el suelo. Revisaron palmo a palmo nuestra
casa, buscando papeles comprometedores. Tiraron todas nuestras cosas al suelo. Habían llegado en una camioneta grande y en un carro del ejército. Se llevaron todas las cosas de valor, entre otras cosas nuestra moto. Después de revisar la casa, los paras acusaron a mi esposo de ser miembro de Sintraminergetica. No era miembro, pero sí trabajaba para Drummond. Lo sacaron a rastras afuera y allí lo mataron a bala, aquí, delante de nuestra casa, en presencia de nuestros hijos. Contamos nueve balas en su cuerpo.'
En el departamento colombiano del Cesar casi todo gira en torno al carbón mineral. Más de la mitad del suelo de la región ha sido entregado en concesiones a las empresas de carbón mineral. Tomando como base las utilidades de miles de millones de dólares que empresas como Drummond, Glencore y Colombian Natural Resources obtienen, la región debería ser entre tanto próspera, debido a las regalías que deben pagar las empresas. Sin embargo, nada es menos cierto. En la periferia de las minas El Descanso y La Francia, en posesión de Drummond y Goldman Sachs, viven desde hace ya años miles de colombianos pobres en condiciones abominables, en las aldeas El Hatillo, Plan Bonito y Boquerón. El Ministerio del Medio Ambiente de Colombia les ordenó en nayo de 2010 a las minas de carbón mineral ofrecerles a los habitantes viviendas nuevas en otros lugares, pero nada de esto se ha hecho realidad. Entre tanto y debido a las nubes de polvo, los habitantes sufren de enfermedades respiratorias, el agua potable está contaminada y la población es intimidada por los paramilitares.
En los pueblitos que limitan con las minas impera la pobreza. En La Jagua de Ibirico, a pocos kilómetros de las minas mayores, cinco alcaldes fueron condenados seguidamente por corrupción: Todos cinco malversaron los ingresos provenientes de la explotación minera. La oficina local de Sintraminergetica, con alambre de púas, ventanas blindadas, altas rejas y cámaras de vigilancia, debido a las amenazas constantes, parece una fortaleza.
'No queremos que nos paguen más por hora, sino por mes', declara el líder sindical y trabajador minero Luís Fonseca, a unos diez kilómetros de allí, junto a la entrada de la mina bloqueda por los huelguistas. 'También queremos que nos reconozcan las enfermedades laborales. Más de ochocientos trabajadores se han enfermado como consecuencia de su trabajo, tienen problemas de espalda y hombros o pulmones llenos de polvo. Pero Drummond no reconoce nuestras enfermedades.' Muestra un panfleto que los huelguistas recibieron un par de días antes de la organización paramilitar de Los Rastrojos, en que son amenzados. El Vicepresidente de Colombia, Angelino Garzón, afirmó por ello a comienzos de septiembre que Drummond debería de preocuparse por terminar la huelga, en lugar de recurrir a los paramilitares para amenazar a los líderes de los sindicatos. El Vicepresidente debió pagar su afirmación con una carta llegada de las altas esferas de Drummond, en la que la empresa niega toda clase de contactos con los paramilitares y afirma haberle hecho un buen ofrecimiento a los huelguistas.
EN LAS ÚLTIMAS décadas no solamente fueron asesinadas miles de personas en la región colombiana del carbón mineral, sino que también cientos de miles de campesinos fueron expulsados de sus tierras por los paramilitares o intimidados de tal manera que tuvieron que vender sus parcelas por debajo del precio normal en el mercado. No pocas veces también se falsificaron firmas: a los campesinos, que a duras penas saben leer y escribir, se les pusieron de repente cartas en sus manos, con sus firmas abajo, que ellos nunca habían puesto, en las que se leía que habían vendido sus tierras. La tierra, que quedaba en la periferia de las minas, fue comprada a menudo por personas dudosas que estaban en contacto con los paramilitares. Estas personas les revendían a menudo las tierras en corto tiempo a las empresas mineras, obteniendo grandes utilidades.
Sifredy Culma sabe todo de esto. Este campesino de 47 años me lleva a Santa Fé, el lugar donde pasó los años más bellos de su vida. Aquel buen tiempo pasó hace mucho. Está parado delante de un campo lleno de palmas de aceite y llora. Sostiene en su mano algunas fotos amarillentas, en las
que aparece él mismo, claramente más joven, en tiempos mejores. En la foto está entre campos de arroz. Sus campos de arroz. Son los mismos campos en los que están ahora las palmas. En su tierra. Pero la tierra ya es terreno prohibido para él. Culma: 'En los años noventa tuvieron lugar combates en las cercanías de mis tierras agrícolas, cada vez con mayor frecuencia, entre el ejército y las Farc, que estaban fuertemente representadas aquí. Los paramilitares nos acusaron de ser simpatizantes de la guerrilla. En 1997 aparecieron unos trescientos hombres armados que me expulsaron a mí y que expulsaron también a otros campesinos de los alrededores.'
Poco tiempo después apareció un tal Percy Diazgranados, que dijo tener contactos con grandes empresas mineras en la región. Les ofreció a los campesinos temerosos comprarles sus tierras. Culma: 'Me acuerdo que ese Diazgranados quería que Weimar Navarro, un maestro de escuela en el pueblo, le vendiera la tierra, pero él no estuvo de acuerdo. Se la vendió a otra persona. Un día llegaron los paramilitares, lo sacaron a rastras de su casa y lo descuartizaron con una motosierra. Diazgranados volvió después para comprarle la tierra al otro hombre.' Después de varias carnicerías de esta naturaleza, la mayoría de campesinos de la región le vendió sus parcelas a Diazgranados, muy por debajo del precio normal. 'Ese le revendió posteriormente con mucha utilidad nuestras tierras a Carbones del Caribe, en aquel entonces una gran empresa de carbón mineral', afirma Culma.
Una parte de esta tierra se convirtió seguidamente en 2004 en propiedad del gigante carbonífero suizo Glencore. La empresa deposita ahora una parte de los residuos que quedan de la explotación minera en las tierras de los campesinos. La otra parte está sembrada con palma de aceite. 'Esta era mi tierra', dice Culma abatido, mientras limpia el sudor y las lágrimas de su rostro. Hasta el día de hoy sigue siendo amenazado por toda clase de oscuros grupos paramilitares, debido al reclamo que hace de su tierra. Una unidad de seguridad de Bogotá retiró hace poco tiempo su escolta, ya que no confiaban más en él. Un nuevo escolta aún no está a la vista. Culma ya no se sorprende de nada. 'Me escondí durante años en otras partes de Colombia. Ya no lo hago más. Si me quieren asesinar, que sea lo que tenga que ser.'
Culma le ha presentado entre tanto su caso a la Oficina de Restitución de Tierras, dependiente del Ministerio de Agricultura, que tiene desde hace un año una sede en Valledupar. Sin embargo, no tiene mucha fe en una restitución rápida. En el departamento del Cesar se reclaman 195.000 hectáreas de tierras, de las cuales hasta ahora sólo han sido adjudicadas unas mil hectáreas a los propietarios originales. Culma: 'Empresas de carbón mineral como Drummond y Glencore tienen grandes intereses. Me temo que no van a prescindir sin más ni más de sus inversiones.'
Lilianne Ploumen, ministra de Comercio Exterior y Cooperación para el Desarrollo de los Países Bajos, ha hablado entre tanto con el sector energético holandés y con las organizaciones sociales sobre el resultado del Diálogo sobre el Carbón Mineral. Según un portavoz, la ministra trabaja actualmente en una carta dirigida al Parlamento sobre este tema.

0 comentarios: